En seis años de trabajo hicimos lo que parecía imposible: iniciar el proceso para revivir el río Santiago, el más contaminado de todo México.
Se dice sencillo, pero nos enfrentamos al abandono de décadas, al desinterés del Gobierno federal, a una serie de acciones aisladas sin soluciones, a los residuos industriales, descargas agropecuarias y hasta crisis sanitarias en los habitantes de la cercanía.
Sin un peso del Gobierno federal, nosotros invertimos más de 7 mil mdp par construir el sistema de plantas de tratamiento en el río Zula, los colectores, la ampliación de la planta de El Ahogado y la línea morada para el reúso de agua en la zona industrial de El Salto.
Atendimos el componente de salud pública al que nos comprometimos con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con acciones y nuevos hospitales en la cuenca como el de Ocotlán y El Salto, para atender, como nunca y a través de un modelo único, el daño renal en quienes viven en las cercanías.
El camino aún es largo, pero los resultados ya se ven.